Los productos ecológicos son cada vez más importantes por muchos motivos: ayudamos a dejar un futuro mejor a los que vienen detrás y mejoramos el presente al enseñar desde el ejemplo, cuidan de nuestra salud y son más cálidos al alma.

Sin duda hay innumerables ventajas, entre otras que nos invita a apreciar un consumo más lento y sostenido, en el que intervienen factores de rescate que tratan de revalorar los productos de nuestro entorno más cercano, creando un producto que durará generaciones, si lo cuidamos un poco y que se podrá reciclar si optamos por aplicar la imaginación.

Las grandes industrian apuestan por los colores vivos y los tejidos suaves, pues saben que son lo que nos gusta, pero también nos atrae lo imperfecto, lo variable y aquello que ha sido hecho con tranquilidad, pagado justamente y con un valor que no habla de explotación.

Mientras que la ropa que tendemos a comprar explota el campo, los animales y a las personas y abusa de productos tóxicos, las nuevas tendencias apuntan a un interés diferente hacia productos ecológicos y de comercio justo y de proximidad. Por cierto, Comercio Justo también es pagar un precio justo al artesano y artista y mantener activa la creatividad de quien lo hace y quien lo consume.

Volviendo al tema de la lana en la crianza, descubrimos en esa etapa de ser madres y padres, que hay muchas amenazas para nuestros hijos: a su piel, a su salud, a sus emociones. Cada vez son más las madres y padres que optan por el uso de los pañales de tela, de los porta bebés y de ropa de productos orgánicos.

La lana tiene un espacio importante, aunque aún muy desconocido en nuestro país. Aún hay una reticencia a usarse antes el recuerdo y lo aprendido: la lana pica, tiene colores apagados y además es muy cara.

Todos esos aspectos son muy relativos, ya que no toda la lana pica de la misma manera, y su precio puede ser variable, sobre todo si pensamos en que es una prenda que puede ser reciclada de muchas maneras y que con unos mínimos cuidados nos durará décadas.

La lana no solo da calor, sino que se mantiene fría en momentos en los que las temperaturas suben. Pero tiene otras interesantes cualidades, como que es antibacteriana y repele la humedad. La sensación no es cómo la de la seda, y los colores no son tan apagados, incluso cuando optamos por tintes naturales. No lleva ningún componente químico en su proceso, si decidimos usar lanas que han sido transformadas de una manera orgánica y respetuosa. Como hemos visto en otros artículos, a la hora de lavar no es necesario ni el uso de jabones o el uso de agua caliente.

Entonces ¿no merece la pena apoyar el uso de un producto que costará, relativamente, un poco más?

Analicemos la duración de esa prenda, la utilidad y el amor que nos llega de ese objeto y hagamos entonces la suma.